...de Ushuaia a Alaska, allá vamos, porque a pesar de las diferencias, todos somos iguales.

miércoles, 28 de noviembre de 2012

¡Visite Guatemala!

Puede resultar imposible escribir a dos países y dos meses de distancia, y a eso agregarle el hecho de que el intento es desde una plaza pública, haciendo usufructo de la modernidad y sus novedades como el wi-fi libre. La contra indicación es que cada 3 minutos o fracción uno tiene que parar para hablar con algún transeúnte curioso. Y todo esto me sirve para volver a sentir lo que fue Guatemala y los encuentros con su gente. Por todo esto, pido perdón anticipadamente por las mentiras o desvariaciones que a continuación aparezcan.
Cosas de la misma calaña que el internet, como es el libro de la cara, nos llevaron a conocer a otros de los grandes valores del continente: Panchete Archila y sus mujeres, Karla y Melisa-
Ellos son, para describirlos de un pantallazo, una familia de coleccionistas. Entre sus mejores tesoros están los Volkswagen, los vochos (así se llama acá a lo que en otras latitudes conocemos por Escarabajo o Fusca)
 Ahí están, todos conociéndose, Westy, y los dos Vochos. Cualquiera un poco sagaz podrá adivinar cuál pertenece a cada quién. Y falta la Kombi del 70' (perdoname Panchete por olvidar el año exacto, es que no la conocimos), que está terminando de armar y promete ser cosa seria. Todo esto ocurría en Orquigonia, el santuario dedicado a las Orquídeas que la familia armó para crear conciencia y aprender a admirar a estas flores tan peculiares. Si hasta consiguió despertar interés en quien escribe, que nunca había distinguido más que los colores de estos brotes. Ya pasar a explicar la extraordinaria evolución de las plantas acá veneradas es tarea del mismísimo Panchete, y créanme, valdrá la pena acercarse hasta Cobán para conocerlos, a todos, a los Archila, a los Vochos y a las Orquídeas.
 Instantánea para explicar: detrás de la hermosa unión pasajera se pueden observar diversos signos de la locura que tiene esta familia.
-Se ve sólo un cuadro de un pequeño VW, de los cientos que tiene en toda la casa, que complementa a la colección de más de mil replicas del mismo vehículo y los más de cien diplomas de encuentros "vocheros" a los que asistieron a lo largo y ancho de todo Centroamérica.
-Se puede ver también, un artefacto con la leyenda Coca Cola. Y sí, lo que usted sospechaba, ellos también coleccionan "cualquiercosasobrelafazdelatierraquedigalapalabraCocaCola" y tienen todo el comedor de la casa para dicho conjunto.
-Y por último, el lindo árbol pintado sobre la pared de fondo, es parte de otra (porque no son todas) recopilación, que es la de viajeros. Así es, ellos también nos coleccionan, y es justamente esto último lo que los hace tan especiales. Cualquier errante ser humano que ande por ahí es bien recibido por este increíble trio de Chapines. Con ellos pasamos algunos días lindísimos entre karaoque, juegos y comidas y nos hubiéramos quedado mucho más si los tiempos no nos hubieran apurado. Una vez más, GRACIAS por todo.
 Cosas que pasan en el mundo de las Orquídeas o conversación con una mariposa recién salida de la larva.
 El puestito. Una vez más salió a batallar en una gasolinera de Cobán, y una vez más la gente que nos da una mano. Creo que todo lo que vendimos ese día fue a los empleados de la estación, y además de eso nos sorprendieron con unos riquísimos panchos. A donde vayamos, para tranquilidad de nuestras madres, siempre hay alguien para cuidarnos. GRACIAS y maldigo por no saber otra palabra para decir lo mismo.
 Con el consejo del experimentado vochero, partimos hacia el Semuc Champey, lugar de paso obligado que ofrece distintas formas de llegar, en un tour (no somos fan de ellos) o en carro propio. "Vayan, su camioneta está bien, es alta" nos dijo nuestro amigo. Y así fue. A recorrer los pocos más de 100 km que nos separan de la tierra prometida (no te preocupes Panchete, te lo digo en broma). En el camino, nos enteramos que el feriado que se festejaba era por el día de la independencia de los países centroaméricanos y sin entender por qué razón, veíamos cualquier cantidad de personas corriendo, más que un festejo parecía el día de las maratones. Esto lo hacían imitando como se corría la voz en el día de la independencia, de un pueblo a otro, la gente corría para dar la buena nueva. Es así como muchos, muchísimos guatemaltecos le ponen el cuerpo a la celebración. ¡Después claro, a brindar!.
 El gesto, la cara, la postura, todo lo delata al pobre muchacho. El camino no era en absoluto franqueable, y el cárter o aceitera fue quien lo determinó, pérdida total de aceite y a joderse. En medio de las montañas, a varios kilómetros del primer pequeño poblado, la Westy no podía seguir, y las ideas del conductor tampoco...
 La inevitable cara de loco, o mala foto de quien anda solo. La agitación de la trepada no le daba paso al aire, pero él mismo era el único que en el momento podía tomar la foto, y eso fue: sólo una mala foto, o la inevitable cara de loco.
 La cosa es así. Recién ocurrido el desastre, un amable jóven conductor de camión que lleva turistas desde el pueblo de Lanquín (hasta donde nos remolcaron) me ofreció llevarnos hasta el Semuc Champey, llevarnos hasta dónde la Westy no había podido. Entusiasmado por la oportunidad me subí de un salto, pero mi compañera no estaba mentalmente preparada para desandar lo andado y volver a esos siniestros caminos. Yo sí, y me fui con el Kevin.
 Este lugar es fuera de lo común, y nunca mejor dicho, para explicarlo de manera que nunca se va a acercar a la realidad, puedo decir: el Semuc es un río que en determinado momento, en vez de seguir su curso normal, se mete por abajo de la piedra a lo largo de unos 300 metros, y en el "segundo piso" deja algunos piletones cristalinos que invitan al chapuzón.
Este es el sumidero, donde millones de litros son tragados por la tierra cada minuto. Nadie lo advierte pero es muy evidente lo que le puede pasar a uno si se mete por ahí. Otra vez, la foto no puede ni acercar el sentimiento de vértigo que da estar ahí, y a la vez, es otra buena excusa para ir a Guatemala.
Como todo se termina, mi visita solitaria también, después de probar cada piletón, volví con el camión a encontrarme con Clari y la Westy averiada (ambas).
Después de una semana de arreglos en Lanquín, volvimos a lo de nuestros amigos. 
Los géneros están bien diferenciados, hasta para las fotos, ellas con el vocho rosa, los "machos" con el gris. La cara de rudo de Panchete no fue premeditada, es que se pone así cuando se acerca a su bólido.
Por consejo del mismo Panchete (y para que vea que seguimos confiando en sus consejos), nos fuimos para las cuevas de Candelaria Camposanto. Según nos explicaron, gran parte de Guatemala, Belice y la península de Yucatán en México está formada por una especie de piedra caliza muy erosionable. Por eso se pueden dar fenómenos naturales tan increíbles como el Semuc Champey, este enorme sistema de cuevas (las de Candelaria son sólo uno de muchas) y los cenotes de Yucatán.
Podría ponerme aburrido y explicar lo que entendimos de las estalactitas y estalagmitas, pero mejor observar y seguir entusiasmándose para venir a conocer Guatemala.
Aclaración pertinente e insistente: Nunca, ni una sola vez, las fotos, por mejor que sean, pueden transmitir lo que uno siente al entrar en este tipo de lugares, por eso, pedimos perdón y garantizamos. El mundo es mejor en vivo que en cualquier pantalla.
Víctor Sueiro, Jesús, Jacobo Winograd y ahora... Nosotros, sí, los tripulantes de la Westy vimos LA LUZ AL FINAL DEL TÚNEL. Y ahora lo podemos decir, no es nada muy extraordinario, hay mucho marketing alrededor de este fenómeno.
La modernidad llega hasta lugares insospechados, el jarrón que mansamente descansa sobre la cabeza de la mujer, no es de barro cocido como uno puede suponer. Es de un plástico corriente, que seguramente, hará más liviana la labor de la gente.
Nobleza obliga: Yo no soy el único que saca fotos en este viaje, Clari tiene sus momentos, y en uno de ellos congeló esta lindísima imagen.
Nuestro rumbo guatemalteco ya era siempre Norte, y el camino nos llevó hasta la pequeña isla de Flores en el lago de Petén-Itzá. Ahí, como siempre que vemos algo de movimiento, armamos puesto y a ver pasar la gente, los barcos y al tiempo también.
Bueno, fácil es ocultarlo y que ustedes, los queridos blogvidentes no lo noten. Pero uno, que vive con ella la totalidad de los minutos, no puede siempre con su despotismo y HOY decidí hacer la denuncia. No sé muy bien porqué, pero a determinadas horas, generalmente cuando el sol raya el horizonte, pone a un ser humano cualunque a pasar eternas horas de pie al lado del puesto con meros fines publicitarios. He dicho...

Tikal fue el destino siguiente, esta cuidad según dicen los que saben, era una de las más grandes de toda la civilización Maya, con ese rótulo, no quisimos dejarla pasar. Después de pasar un día entero en la puerta tratando de hablar con alguien que nos ayudara a evitar el exagerado ticket de entrada, y que toda esa espera fuera en vano, entramos.
No se si tiene sentido o no entrar en comparaciones, pero Tikal es mucho más grande que Copán (la única ruina maya que conocíamos hasta el momento) pero a la vez nos pareció menos sofisticada. Más pirámides, más altas pero no vimos tanto arte ni estelas como en la de Honduras. 

Desde arriba del templo IV, el más alto de la cuidad y uno de los más altos de toda la civilización Maya (70 mts. para el que le interese).



Templo I o el Templo del Gran Jaguar. Es impresionante ver estas obras arquitectónicas y más aún si uno logra proyectarse hasta la época en que fueron construidas. Obviamente, es imposible ponerse totalmente en la piel de estos genios, pero creo, y esta es una opinión muy personal, cuanto  más lejos se vaya uno del ruido, de los flashes, de los guías y de todo el circo comercial que rodea (triste, pero inevitablemente) el lugar, más se puede disfrutar.
Nos hubiera gustado saber más del lugar antes de ir, porque de lo contrario es muy difícil  no empezar a pensar que todo es una eterna e inmensa sucesión de piedras de las que uno no sabe para qué estuvieron. Así y todo, Tikal es imponente, y vale la pena conocerlo.


Como para terminar nuestra estadía en Guatemala y encarar el incierto e ignoto Belice, descansamos a orillas del lago, para juntar fuerzas y cruzar más fronteras.
La próxima vez, nuestro breve, brevísimo paso por el único país angloparlante de Centroamérica.

¡¡¡Ya casi nos acercamos al tiempo real!!!

domingo, 18 de noviembre de 2012

Guatemala de a dos

¡Y llegamos a Guatemala!
Después de un año y medio de viaje estamos por fin en la tierra de los chapines, como le dicen acá a sus amables habitantes. Los primeros signos que reflejan una herencia guatemalteca viva en el tiempo la podemos ver en la vestimenta típica que muchísimos llevan. Colores alegres. Amarillos, verdes, rojos, violetas, azules, todos se amalgaman armoniosamente en los vestidos, faldas, tapices y bordados. Encontrarse con Guatemala es encontrarse también con los temores de su gente, sobre todo al que encabeza la violencia como primera problemática social, según la mayoría de las personas con las que charlamos. Hablar de la violencia en Guatemala implica sumergirse en la realidad de un país que no todos deseamos ver. Y voy a ser sincera. A Guatemala no la buceamos como podríamos haberlo hecho. No lo hicimos ni lo haremos, quizás por haber visto mucho ya, quizás por el cansancio emocional que eso supone. Busqué en Guatemala un suspiro y claro, acá, como en todas partes del mundo, si uno desea dejar el corazón en remojo por un rato, también lo puede hacer.  Lo que van a leer de aquí en adelante son simples relatos de lo cotidiano, descripciones aproximadas que bordean a esta tierra, cuya magia es quizás el producto de la complementaria dicotomía que supone todo aquello que es real: Guatemala es vida y muerte a la vez. La cara más auténtica de Guatemala pudimos conocerla a través de los ojos de un fotógrafo argentino, Rodrigo Abd, que en una muestra fotográfica en Antigua compartió en imágenes el rostro más duro y triste de este país.
(A continuación, elegimos tres de sus tantas fotos).
"Las imágenes de Abd revelan una realidad que de tan real se vuelve espejismo, sueño, pesadilla. Realidad que da miedo mirar, similar a esas visiones que producen la fiebre o el delirio. Realidad que nos remite a lo puramente básico, es decir, a la vida y la muerte"  (Luis Aceituno, periodista)
   
Buscando a Paladini llegamos a Antigua, ciudad que alguna vez en el tiempo supo ser la capital del país. Cada una de sus cuadras esconde la posibilidad de descubrir dentro de sus tantas puertas, patios coloniales de piedras y jardines, aljibes, muestras culturales, pétalos de rosas que nunca mueren o viejos a quienes todo daría para que sean mis abuelitos por un día entero. El mercado principal de la ciudad está repleto de opciones. Verduras, frutas, ropa, quesos, comida típica, todo se puede encontrar ahí. ¡Antigua definitivamente es una ciudad especial, por no decir, mágica, demasiado mágica!


     El volcán de Fuego, de mirada y sonrisa impasible. Cerrado ante sí mismo y los demás. Cordial en su trato, estrecha la mano y dice lo que debe decir, ama como debe amar, es quien le dijeron que debía ser. Calmo en apariencia. Le enseñaron desde niño que al sufrimiento hay que tragarlo, sin siquiera masticarlo. Un auténtico simulador de emociones. Pero su nombre chispea en el aire la verdad de su verdad. Es de Fuego y como tal, algún día se encenderá y su poder destruirá al deber que machaca espontaneidades  Una fiesta de cenizas, polvo y lava. El auténtico renacimiento del iracundo contenido. Ahora derrama su apasionada apertura, pero no muchos lo comprenden. 
  
    Otto Molina y su compañera de formula, Roxana. No, no es azafata, es la actual vice-presidenta del país. El slogan de la campaña "Urge Mano Dura" me hizo acordar al que usó el ex presidente de Colombia, Alvaro Uribe, para ganarse el corazón de sus votantes "Mano dura, corazón grande". Ahí está Roxana, la falsa azafata, que mientras sonríe pregunta a los pasajeros a bordo: "¿Horca o gatillo?; ¿Hoguera o paredón?; ¿golpes o inyección?. Y si. Aún en este siglo mucha gente considera a la violencia como el antídoto perfecto para hacerle frente a la misma violencia. Una vez más pienso que el miedo nos nubla la razón y en vez de reflexionar sobre la raíz de las problemáticas sociales, acudimos a propuestas simplistas.
"...la reconocida ineficacia de los sistemas de represión con que se pretende evitar nuevos crímenes, muestran que el respeto a la vida humana que tanto enorgullece a la civilización occidental es una noción incompleta o hipócrita..."(Octavio Paz)                   


"...también es bueno amar, pues el amor es cosa difícil. El amor de un ser humano hacia otro: esto es quizás lo más difícil que nos haya sido encomendado. Lo último, la prueba suprema, la tarea final, ante la cual todas las demás tareas no son sino preparación...Amar no es, en un principio, nada que pueda significar absorberse en otro ser, ni entregarse y unirse a él. Pues, ¿qué sería una unión entre seres inacabados, faltos de luz, y de libertad?. Amar es más bien una oportunidad, un motivo sublime, que se ofrece a cada individuo para madurar y llegar a ser algo en sí mismo..." (Rainer Maria Rilke) 
Con Sebas y Yami, una pareja de argentinos que viajan cantando tango compartimos días en Antigua.

El "Politur" fue el lugar elegido para pasar los días en Antigua. Poli, por policía. Tur, por turismo. Osea, policía turística= Politur. Teniendo en cuenta que los policías son policías, con todo lo que eso conlleva (no hace falta que me explaye demasiado en el tema), no sabíamos como resultaría la estadía en el Politur. El trato con los guardianes de la ley fue el siguiente: "El Politur permite a los viajeros acampar gratis pero ustedes deben limpiar el baño y mantener todo limpio y en orden. Y no pueden volver después de las 22 hrs". Trato hecho. Teniendo en cuenta que éramos 6 los viajeros en el lugar las tareas no serían gran cosa. No sé que tienen los fanáticos de la autoridad con el tema del orden, la limpieza y el horario pero les puedo asegurar que los más de 20 policías del Politur se lavaban los dientes más de 10 veces al día y para colmo, desprendían TODOS  y cada uno de ellos, un fluído proveniente de sus gargantas rechinchonas. El resultado fue un concierto para nada consentido de escupitajos durante los 10 días de estadía. Joaquín, que suele transgredir la autoridad, decidió salirse de los límites reglamentados por los locos del orden y los tiros y decidió ir más allá de lo pactado: con la ayuda de su machete cortó gran cantidad de maleza del Politur bajo la mirada de sorpesa de Gutierrez y Fernandez. 


Entré a tu mundo de temores y sueños, quizás sin querer, pero queriendo. Disculpame, ni siquiera te pregunté si me permitías la entrada. Entré así, con esta sensación de confianza que sabe a almíbar. Sonreís, franco pero triste a la vez. Incluso tu tristeza tiene el color de la alegría y eso no todos lo perciben. Miel y vejez, dulzura y picardía. Tu transparencia me aterroriza. Es que no es común encontrarse con un alma de cristal a las cinco de la tarde. 

Los primeros chapines que conocimos venían atrás nuestro en la ruta y la conductora, una mujer muy simpática y extrovertida, nos hizo señas para que frenáramos. Charla al costado de la ruta, intercambio de historias en 10 minutos y ...¡a seguir viaje después de una lindísima bienvenida al país!





 
Puestito de venta en Antigua. No vendimos demasiado pero nos llevamos buenos amigos del lugar.


Para hacerle frente a las tormentas es aconsejable tener huevos, una bolsa que cubra la cabeza para evitar que las ideas se esfumen durante los momentos de turbulencia y un par de zapatillas preparadas para correr bien rápido en caso de decidir huir de los problemas a último momento. (Aprovecho la ocasión para defender al ninguneado escapismo, a quien la frase "No hay que escapar de los problemas; No huyas cobarde, ¿No estarás escapando de la realidad?", le arrebató la dignidad. No existe actitud más humana y natural que intentar escapar, pero el sabio Enrique Iglesias lo anticipó: "Aunque corras, escondas, no puedes escapar"...inevitablemente el final nos enreda, teje sus telarañas sobre nuestra existencia y...¡Pica para todos los compas!. Porque jugar a las escondidas también es jugar a la vida y la muerte.
No encontramos a Paladini en Antigua pero sí el cafecito donde había decidido este hombre replegarse de una vida de reconocimientos, la misma que amenazaba con liquidar su espíritu y así, contentos, seguimos viaje rumbo al lago de Atitlán, catalogado por sus propios habitantes como "el segundo lago más lindo del mundo".
(Nota al pie: Basta de incógnita barata. Paladini no es más que un personaje de ficción de la película "Looking for Paladini")
En Santa Catarina de Palopó, uno de los pueblos sobre los que descansa este lago, pudimos conocer las costumbres típicas de una comunidad que aún conserva, como tantos otros pueblos en Guatemala, tradiciones y formas propias del lugar. Señoras que amasan tortillas tres tiempos, niños que practican junto a la orquesta de su escuela la música para los festejos patrios, mujeres expertas en telares, la siesta que hace silencio al dormir, mujeres que visten sonrisas doradas y niñas que todavía tienen la dicha de vivir con la inocencia de su edad. 








La muerte está presente también en Guatemala. Si. Acá la gente muere, como lo haremos vos y yo y como lo hizo Ivan Ilich. Lo cierto es que esta familia, dueña de la funeraria, posee quizás la conciencia que no muchos tienen sobre nuestro paso fugaz por la tierra. Durante los días previos a su muerte y tras una larga enfermedad, Ivan Ilich, juez veterano ruso rompió en llanto. Abrazándose a sí mismo, como apiadándose de sus errores, descubrió la angustia de haber vivido una vida equivocada. El sufrimiento moral que le provocó el dialogo con su propia alma fue incluso más doloroso que la agonía provocada por su intestino. En la mirada compasiva de su criado encontró la verdad de lo humano.
¿Que es la muerte?. ¿Porqué nos empecinamos en vivir como si ella no existiera?. Todo en la actualidad occidental pretende simular su existencia. "Todo la suprime: las prédicas de los políticos, los anuncios de comerciantes, la moral pública, las costumbres, la alegría a bajo precio y la salud al alcance de todos que nos ofrecen hospitales y farmacias. Pero la muerte, ya no como tránsito, sino como gran boca vacía que nada sacia, habita todo lo que emprendemos. El siglo de la salud, la higiene, los anticonceptivos, las drogas y los alimentos sintéticos...nadie piensa en la muerte, en su muerte propia, porque nadie quiere vivir una vida personal..." (Octavio Paz, El laberinto de la soledad)


El techo de la Westy es la predilección de los amigos menores de 12 años y también de aquellos que viven su vida como niños y tuvieron el honor de dormir alguna siesta o noche, quizás en Cartagena o en algún estacionamiento de Ecuador (guiño para Tomi y Jose).
Porque para tener amigos, muy a diferencia de lo que nos contaron, a veces no hace falta tener la misma edad, sino ser lo suficientemente niños...
¡Y ahora si, me despido hasta la próxima entrada chapina!
¡Abrazos para todos!